El proceso de desocupación de viviendas en la ciudad de Barcelona tiene un profundo impacto económico y social. Esta situación genera la pérdida de empleo para los trabajadores inmobiliarios, así como un descenso en la producción local y la reducción del mercado laboral. Además, el aumento de las tasas impositivas para los propietarios y el aumento de los precios inmobiliarios resultantes se traduce en un menor acceso a la vivienda para aquellos con ingresos bajos. Por otra parte, esta situación provoca un incremento en la desigualdad social y económica entre los vecinos. La falta de viviendas adecuadas dificulta el acceso a servicios esenciales como educación, salud y ocio, que son fundamentales para garantizar el bienestar general. En resumen, el proceso de desocupación de viviendas en Barcelona genera graves consecuencias no solo económicas sino también sociales.